Reflexiones JJOO

Actividad Física y Deporte
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Lunes 09 de Agosto de 2021

Juegos Olímpicos Tokio 2020+1 Un buen ejercicio para mirarnos al espejo

Los Juegos de la XXXII° olimpíada de la era moderna son una buena oportunidad para reflexionar
aspectos que, si bien son inherentes al deporte, no siempre reparamos en su importancia al
momento de pensar las actividades físicas y los deportes. Por ello, estos Juegos Olímpicos de
Tokio 2020 son un buen punto de inicio para sumar reflexión ética en el marco conceptual del
deporte de competición a través de su máxima expresión.
Podemos decir que los Juegos olímpicos nos llevan a recordar el valor y la importancia de la
buena competición, entendida esta como base fundamental -en su esencia- de un hecho que
promueve altos valores reconocidos socialmente. Estos valores suelen ser enmarcados dentro
del concepto que todos conocemos como juego limpio.
EL Juego Limpio o Fair Play, es concebido y propuesto como el marco ideal dentro del cual se
debe desarrollar el deporte. Este principio y concepción, resulta fundamental ya que hace al
buen comportamiento ético en el marco normativo del deporte toda vez que, sus enunciados
fomentan, altos valores morales que hace a una superación – individual y grupal -como parte de
la sociedad. Sin entrar en un análisis de todas las normas establecidas por el ideario del juego
limpio, nos centraremos en dos que a nuestro entender, resultan fundamentales.
La primera es;
Cumple las reglas del reglamento. Este punto inicial y originario de una actividad
con reglas invita a cumplir el contrato tácito de juego entre las partes. Sea jugando libremente
en una plaza o en un estadio olímpico, es determinante para poder compartir el juego, aceptar
las normas implícitas y explícitas del mismo. Aceptadas con libertad de conciencia por parte de
quienes lo juegan, este marco normativo nos invita – y obliga – a cumplirlas siempre. No hay
lugar para las trampas ni para las diferencias, somos todos iguales ante la ley de allí, que el
respeto mutuo entre quienes juegan y compiten, hace a la esencia primaria de la buena
convivencia como uno de los valores fundamentales que propone el olimpismo.
Este primer gran acuerdo, de respetar al otro cumpliendo las reglas de juego, nos iguala a todos
en múltiples sentidos y aspectos siendo así, una oportunidad para superarnos en el respeto
individual y grupal como sociedad.
La segunda, e íntimamente relacionada con la primera es
; Juega para ganar, pero acepta la
derrota con dignidad.

Esta concepción altamente altruista reconoce al otro como parte necesaria y esencial del juego.
Dándonos la oportunidad de ganar, también nos expone a perder reconociendo y aceptando el
derecho del otro a vencernos.
Podemos pensar que a nadie le gusta perder y a decir verdad, en el deporte son muchos más los
que pierden que los que ganan por ello,
desconocer la propia derrota implica desconocer al
ganador por legítimo derecho.
En ese sentido, la honradez, enmarcada en principios éticos del
Far Play supone mantenerlos no solo en situaciones competitivas favorables sino, y muy
especialmente, en los momentos más difíciles. Estos principios éticos deben ser sostenidos
incluso ante una eventual desventaja o un hecho injusto.
Esa es la clave cuando nos proponemos alcanzar los máximos estándares éticos a través del
deporte. Si sabemos comprender en profundidad esto, nadie pierde, todos ganamos. Subir a un
podio será un legítimo reconocimiento circunstancial al mérito. No hacerlo, será la oportunidad
de otorgarle al otro el privilegio de ganarnos invitándonos – a nosotros mismos - a esforzarnos
para ser mejores.
En este contexto
aceptar los resultados de nuestras propias decisiones nos hace más
responsables, implica reconocer nuestras virtudes y también, nuestras propias limitaciones
otorgando al adversario la virtud de digno oponente en un reto igualitario. Aceptar y reconocer
nuestras propias limitaciones, asimismo, nos da la oportunidad de una búsqueda en la
excelencia que evidentemente no tenemos.
Eso seguramente nos hará mejores, en lo que
hacemos y consecuentemente, nos hará mejores personas
. Y allí está la clave, la superación
mutua – y entre todos, en sociedad - en búsqueda de mejores estándares de calidad en todo lo
que hacemos.
Podemos decir que, en el deporte, el mayor conflicto se genera cuando dejamos de ver esta
oportunidad y, en búsqueda de rápidos resultados, la lógica del mercado se instala como el
paradigma bajo el cual entrenamos y competimos.
Cuando para ganar se lo hace a cualquier
precio, sin reconocer al sujeto como objeto de derecho en sus decisiones, intentando eliminar
al adversario, sin importar los medios y las formas, los postulados de excelencia son frases
escritas en el agua
. Cuando se instala este paradigma, especialmente en los procesos formativos
del deporte, se renuncia a la búsqueda de la excelencia en lo que hacemos individual y
grupalmente. Un claro retroceso. Se renuncia a la búsqueda de la excelencia como parte de la
integración en nuestras diferencias y posibilidades.

Podemos decir que el Olimpismo moderno fue concebido por su fundador, el pedagogo francés,
Pierre Fredy barón de Coubertin, con un claro objetivo moral y formativo para dar más y mejores
oportunidades al buen desarrollo de las personas a través del deporte.
Cabe señalar que
los "principios éticos universales" están cobijados en la Carta Olímpica que
regulan su funcionamiento
. En este contexto podemos afirmar que los juegos olímpicos son un
reflejo donde las sociedades se miran y se reflejan. Si bien cada una lo hará desde sus propios
sistemas de valores y creencias los juegos no solo deben ser analizados por los resultados
deportivos y el medallero. También, y en profundidad, deben ser analizados por las reflexiones
y enseñanzas que nos dejan los deportistas, los entrenadores y los dirigentes con sus actitudes,
sentimientos, comportamientos y expresiones.
El filósofo
Alasdair MacIntyre hace sustantivos aportes reflexivos en relación a la virtud como
bien social en el mundo contemporáneo.
Estos aportes, analizados desde una perspectiva del
deporte como práctica social, concibe a la virtud como el sano equilibrio entre los bienes
internos - valores intrínsecos de la práctica – y los bienes externos - aspectos socioculturales que
lo enmarcan -sustanciados en modelos que tienden a la excelencia en sus prácticas
1.
MacIntyre postula tres momentos fundamentales para analizar y comprender hechos y
situaciones. Desde un campo social enmarcado por el deporte, la primera es la práctica donde
la excelencia y el respeto a las reglas de juego exigen un compromiso ineludible entre las partes,
la segunda es entendida como orden narrativo de una vida humana dentro del deporte; y en
tercer lugar, establece una descripción de lo que es una tradición moral.
En este contexto
la definición propuesta de virtud es la de una cualidad humana adquirida – a
través del deporte en este caso - cuya posesión y ejercicio tiende a hacernos capaces de lograr
los bienes – positivos - internos a la práctica
. Las virtudes que nos acercan a este propósito son
las de valor, justicia y honestidad, que son los componentes necesarios de toda práctica que
contenga bienes internos y modelos de excelencia
2. En esta línea de pensamiento podemos
afirmar que el deporte, en su esencia, promueve estas virtudes.
1 After virtue, 2001
2 ÉTICA DEL DEPORTE VERITAS, Nº 29 (septiembre 2013) 37

Es por ello que no cumplir con lo que establecen estas tres virtudes supone cometer trampas
en busca de bienes externos, al igual que el que juega, pero, engañosamente altera las normas
pactadas – y universalmente aceptadas – en procura de un beneficio externo, ganar sin
importar como
. Por el contrario, quien se propone cumplir estas virtudes, valor, justicia,
honestidad a través del deporte se compromete a ser mejor persona y, al mismo tiempo,
permitir que otros también lo sean. En esta concepción de virtud a través del deporte, el sentido
de superación compartida en comunidad está asegurada.
De allí que el concepto de virtud se ve enriquecido cuando aceptamos los resultados de nuestras
propias prácticas en procura de un mérito virtuoso donde, contextualizados en un marco donde
se compite libremente y por propia voluntad aceptamos el resultado y sus consecuencias,
haciendo así una práctica justa y honesta como bien externo para compartir socialmente.
Son estas virtudes que, como bienes de referencia nos permiten definir nuestra relación con los
demás en una sociedad compleja.
Sin dudas
los Juegos olímpicos son un sugestivo espejo donde mirarnos. Seguramente
encontraremos aspectos positivos y otros que no lo son, sin embargo, la posibilidad de
reflexionar sobre ello nos abre la puerta a pensar como queremos ser y todo lo que
deberíamos hacer para lograrlo
. Los Juegos Olímpicos son, además, la posibilidad de valorar el
encomiable esfuerzo que atletas, entrenadores y dirigentes llevan adelante en procura de
mostrar lo mejor de nosotros a través del deporte, en un evento de semejante magnitud.
En definitiva, los Juegos olímpicos son una gran oportunidad para repensar una práctica virtuosa
del deporte
como un bien cultural en constante construcción.

Ricardo Rio
Ricardo Río es Profesor Universitario en Educación Física (UFLO), Licenciado en Actividades
Físicas y Deporte especializado en Deportología (UFLO). Posgraduado en Medicina y Psicología
del Deporte (UCA). Es Doctor en Ciencias de la Comunicación (USAL). Fue representante
argentino, y multimedallista internacional, integrando la selección nacional de tiro olímpico. Es
el Decano de la Facultad de Actividades Físicas y Deporte de la Universidad de Flores